miércoles, enero 10, 2007

Quitapenas

No se me ocurre otra cosa que pueda incentivarme. Y sí, por alguna razón, una cae en la pena con mayor facilidad que en la laguna de Chascomús. Entonces, como alguna vez tejí la bufanda verde, roja, azul y amarilla, ahora enramo el poema de Javier Foguet (Tucumán, 1977) con el recuerdo del malversador de aire -cuya foto se resiste a subir al blog- ¿Existen dos cosas más bellas que puedan juntarse?

Los noques

Qué fácilmente caminas y te has recostado
sobre la única, tendida piedra del río
a mirar los cangrejos.
Lo mismo hicimos hace algunos años.
La crueldad de esta belleza es idéntica para mí
salvo por la nueva familiaridad
de la piedra y tu cuerpo
que me reconforta.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué hace el tipo con el aire?

Anónimo dijo...

Me gusta ese tono apocado del poema. Lo dije cuando hablé de Hotel Quequèn. Ricordi, Roma...?

sigamos enamoradas dijo...

Si bene ricordo, e stato un pensiero molto in gamba. Tante grazie amico.

Anónimo dijo...

¿Quieren que traduzca?

Anónimo dijo...

No gracias, ya tenemos traductor
¡que lo muestre que lo muestre!!

Anónimo dijo...

Es a mí? Otra vez?

Anónimo dijo...

Sí, señor, a usted ¡¡¡que lo muestre!!!, perdón, quiero decir ¡¡¡que lo lea!!!
¡¡¡Que traduzca!!!

Anónimo dijo...

Cara Romana: Gracias por todos estos poemas que nos compartís. Habernos traído, por ejemplo, a Esquinca, es un regalo que hay que agradecer.
Te abraza
Ema